Sobre qué?... cualquier cosa, música, filosofía, poesía, y lo que sea que se nos venga a la cabeza.

sábado, 22 de agosto de 2009

Puedo escribir los versos más tristes esta noche

El día de hoy me encontré con algo que no leía hace ya algún tiempo. Es un poema bastante conocido de Pablo Neruda, algo triste como su nombre lo indica, pero al final bello. Las palabras sobran en esta oportunidad...

Puedo escribir los versos más tristes esta noche

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo : 'La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos'.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos arboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda.

Definitivamente, entre más lo leo, más me gusta. Bien, dejo el audio del mismo poema por si acaso alguien quiere escucharlo. Como siempre me gustaría conocer sus opiniones.



Pdta: Estos post salen como notas en el facebook, el post original se encuentra aquí.

domingo, 16 de agosto de 2009

Miedo...

Pasada ya la fase de augurios y deseos para algunos de mis seres queridos, retorno nuevamente a mi foso iconoclasta. El día de hoy quiero tocar un tema bastante sensible a mi juicio, dado que gracias a él vivimos o morimos, aceptamos el patíbulo o huimos de él: EL MIEDO. Ya en un post anterior mencioné este término, el que acuñé bajo la frase "interminable combustible del sufrimiento humano".

Darwin en "El Origen del hombre" describía el miedo como una sensación idéntica en el hombre que en cualquier otra especie, incluso en las inferiores

"...obra sobre ellos el terror como sobre nosotros; causa en ambos temblor en los músculos, palpitaciones en el corazón, una relajación en los esfínteres y el erizamiento de los pelos..."

Bueno, no es necesario hacer una cita a Darwin para saber que el miedo subyace en todos como un instinto natural, al igual que en cualquier animal con un mínimo de inteligencia, y actúa de la misma forma, tal como describe la observación anterior. Todos hemos sentido el pánico ante el más mínimo indicio de riezgo de nuestras vidas, o cualquier hecho que pueda afectar nuestro bienestar. Se disparan las alarmas y todo un conjunto de acciones físicas comienzan a ejecutarse dentro de cada uno.

Pero este miedo es fácil, es visceral, se siente sobre la piel y debajo de ella, ese no me interesa, no tengo duda de su existencia, ni sus objetivos ni de sus motivos, el que realmente me interesa es el otro miedo, el creado por nuestra mente. No aquel que se siente bajo la amenaza sino el surgido en respuesta a la incomodidad que implican situaciones de nuestra vida.

Hay un tipo de miedo que me genera bastante curiosidad y es aquel que ha sido impuesto por las religiones. Para aquellos que hemos crecido bajo la influencia de las religiones occidentales es natural encontrarnos con un miedo infundido o proveniente de ellas, al final, una creencia fundamentada en un concepto como el "pecado" que debe ser pagado tarde o temprano, definitivamente tiene que terminar por minar la psique de generaciones enteras. En lo personal no concibo una fe que proponga un concepto de tales características solo con el propósito de temer, basar una fe en el miedo no es realmente algo lógico, claro funciona a la perfección, pues explotar los miedos humanos es realmente sencillo.

"...se haría imposible la tranquilidad de la contemplación y la impresión de lo sublime se perdería dejando paso al miedo, en el que el afán del individuo por salvarse desbancaría cualquier otro pensamiento..."

En miedo más frecuente, aparte del instintivo claro, es algo a lo que podría llamar el "miedo social", que es aquel que impulsa a las personas a tomar o no acciones de acuerdo con la presión que ejerce su entorno sobre ellas. En realidad, el temor al rechazo social o a los designios sociales creo que definen en mayor medida la forma de actuar de las personas. Sus pequeños grupos, familiares, laborales, etc., determinan la forma de tomar decisiones, hasta el grado
de olvidar los deseos individuales, por rendirse ante los deseos del colectivo.

El señor Nietzsche describe este comportamiento en una magnífica metáfora llamada "el mártir a las malas"

"Había en un partido un hombre tan miedoso y cobarde que nunca se atrevía a contradecir a sus camaradas; éstos le utilizaban para todo y no había cosa que no consiguieran de él, pues le tenía más miedo a lo que pensaban sus camaradas que a la muerte: era un pobre de espíritu. Aunque su cobardía le hacía decir siempre "no" interiormente, sus labios decían siempre "sí"...hasta el cadalso, cuando murió por las ideas de su partido. Ello fue gracias a que tenía al lado un camarada que le dominaba con palabras y miradas, hasta el extremo que soportó la muerte con ánimo y acabó pasando a la posteridad como un mártir y como un hombre de gran carácter"

Vaya historia la que nos trae el gran Nietzsche, un hombre capaz de llevar hasta la muerte la mentira de una idea, cuando en realidad no era la suya, sólo la máscara impuesta por los demás.

Conozco muchas personas capaces de hacer eso, de renunciar a sus propias vidas por llevar siempre la máscara de las ideas ajenas. Son mártires perfectos, sufren por otros, se juzgan de una forma tan implacable que Dante se ha quedado corto al describir sus infiernos. Pero el mundo realmente desea mártires de la mentira? personalmente no lo creo. Los estimula tal vez, los ensalza, le encantan, pero no los necesita. Buenas esposas, buenos hijos, buenos amigos,... se condenan a sí mismos por satisfacer egos propios y ajenos.

Vivimos en la "sociedad del éxito" donde el fracaso está terminantemente prohibido, donde perdimos el derecho a equivocarnos, y por allí también, el derecho a corregir cualquier error. Debemos ser exitosos, tener posesiones, matrimonios "felices" familias perfectas, carreras perfectas, en resumen sin ninguna posibilidad de error. Zaratustra tiene un párrafo ideal que describe el corazón de este miedo:

"Te enojas, perro de fuego: ¡así, pues, tengo razón en lo que he dicho sobre ti! Y para seguir teniéndola, oye algo de otro perro de fuego: éste habla verdaderamente desde el corazón de la tierra.
Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: así lo quiere su corazón. ¡Qué le importan a él la ceniza y el humo y el légamo caliente! La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y los escupitajos y el retortijón de tus entrañas!
Pero el oro y la risa - los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, - el corazón de la tierra es de oro."

He allí una buena razón para el miedo social, perder su abrigo, su comodidad, sus lujos, su posición, quién en sus cabales renunciaría a una posición social privilegiada a cambio de la sublime pero etérea libertad? muy pocos, me atrevería a afirmar... por ello, el corazón del mundo es de oro.

Ahora, hay un tipo de miedo, que no conocía hasta hace muy poco, el miedo a ser felices, o al menos a intentarlo. Personas que cuando se enfrentan a la posibilidad de encontrar un camino menos tortuoso para sus vidas escogen el más difícil. Bueno, en parte porque el más difícil es el "correcto" según sus medios sociales, pero al fin una gran contradicción.

Creo que al final de la historia el único miedo que existe es el miedo al cambio, a enfrentar las situaciones nuevas, sean buenas o malas, al fracaso, al error, a estar solos, a salir de todo aquello a lo que estamos acostumbrados por muy difícil que sea. La comodidad es algo que todos buscamos, y salir de esa comodidad definitivamente nos aterra. Es extraño encontrar seres humanos que se sienten cómodos en el sufrimiento, en la autodestrucción, la desesperanza o lo que sea el círculo vicioso en que nos encontremos; aún en esas circunstancias el miedo nos invade e irremediablemente terminaremos optando por aquello que nos resulta conocido, aquello que hemos aprendido. Alguien me decía hace poco "somos lo que hemos aprendido" y si crecimos teniendo miedo, viviremos en medio de él, a menos que deseemos cambiarlo, claro.

En cierta oportunidad escribí un poema para alguien donde describía mis miedos, con la esperanza de dar a conocer algunos de mis más profundos sentimientos, creo que a un hombre se le conoce por sus miedos y por los motivos de su risa. De nuevo Nietzsche nos proporciona una idea de uno de los más grandes temores del hombre, el cual acepto que en este momento forma parte de los míos, obliga a más de una persona a ceder antes de tener enfrentarse con la realidad de un inminente nihilismo:

"El miedo profundo y suspicaz a un pesimismo incurable es lo que constriñe a milenios enteros a aferrarse con los dientes a una interpretación religiosa de la existencia: el miedo propio de aquel instinto que atisba que cabría apoderarse de la verdad demasiado prematuramente"

Como no todo puede ser malo y gracias a la necedad de Pandora, siempre debe existir una esperanza, encontré un texto que describe un tipo de miedo que quien lo ha sentido puede dar cuenta de tan maravillosa sensación, el miedo que infunde el encuentro, el temblor que produce la emoción de la pasión, del deseo. García Márquez lo introduce con magistral belleza

"...Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses..."

El final de esa historia lo dejo para quien desee saber un poco más. Quienquiera que haya leído "Cien años de soledad" recordará a que parte de la historia pertenece. Ojalá fuera el único miedo que habita dentro de un ser humano.

En fin, el miedo nos domina, determina nuestras posiciones, decisiones y futuro, un futuro que está en blanco pero algunos insisten en creer que ya está escrito a base de sus propios temores. El miedo seguirá siendo un combustible inagotable del sufrimiento, no en vano se encuentra en el medio de la rueda de la vida, alimentando los otros motores del sufrimiento. Hasta cuándo?

Sencillamente hasta que decidamos tomar las riendas de nuestras vidas, sus riesgos, y sus consecuencias. Aquellos que permiten que sus vidas decidan por ellos, definitivamente están condenados a agachar la cabeza y aceptarlo todo.

Hasta cuándo, tal vez esa pregunta se encuentre en la mayoría de las entradas de este blog, sencillamente porque la respuesta a esta pregunta siempre está allí, pero desafortunadamente siempre tiene que permanecer abierta, hasta que todos la cerremos por completo.

El poema que presento a continuación, lo envié en cierta oportunidad a alguien cuya constante en la vida ha sido el miedo. Miedo al fracaso, a la soledad y muy particularmente a la felicidad. Creo que no hay mejor forma de resumir lo dicho en este post.

Miedo a la vida

Tengo miedo, Señor, pero no de la noche,
tampoco de la sombra, menos de la tiniebla;
es miedo de la aurora —refulgente derroche—
como miedo del mundo, cuando el mundo se puebla.

Tengo miedo, Señor, no por valerme sola
ni por triste aislamiento o apartado retiro,
tengo miedo a la gente, a la imponente ola,
el vaivén de los seres en asfixiante giro.

Tengo miedo, Señor, de enfrentarme a la vida
con tantas exigencias, compromisos, deberes;
de no cumplir Contigo, no ser agradecida,
dejándome llevar de errados procederes.
Y temiendo en el día naturales contiendas,
te ruego: oye mi voz para que me defiendas.

Marilina Rébora

Bien, como siempre algo de música para alimentar corazones. En esta oportunidad traigo un tema de Tiziano Ferro, un artista italiano con un tema llamado "el miedo no existe", un tema maravilloso que como casi siempre dedico a aquellos que ven al miedo como el motor de sus vidas. La versión en italiano (La Paura Non Esiste) es excelente, para quien desee escucharla, en verdad la recomiendo (se encuentra en la radio del blog).

El miedo no existe



Dice:
"y cuando nada y cuando nadie ya te ofende
es el momento en el que verdaderamente
eres tú por lo que eres
y mirándote te quieres..."

Para completar esta entrada otra canción que me encanta, la hacen los "Héroes del silecio". Una buena pieza en donde se describe la realidad humana, las decisiones las tomamos NOSOTROS, nadie más.



Oración

Pierdo el tiempo pensando en lo esencial
que a veces dejo pasar.
¡Cuántos instantes he ignorado ya
capaces de haberme cambiado!

Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.

Siempre hay una disyuntiva
ante la cual siempre hay que elegir,
no queda otra alternativa
rápidamente hay que decidir.

Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.

Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir ...

Otra... una bien romántica


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domingo, 9 de agosto de 2009

Un pequeño homenaje

El post del día de hoy es tal vez una excepción a mis acostumbradas entradas. Por lo general escribo sobre ideas que ido recogiendo a lo largo de mi vida, lecturas y conversaciones que he tenido con algunas personas sobre los males que aquejan la existencia de las personas, mi visión y opinión sobre ellos. Esa era la idea original de este blog, sin embargo, me he tomado la libertad de hacer pequeños paréntesis e incluir mensajes y palabras con un destino específico.

El día de hoy, dedicaré este post a una de las personas más importantes de mi vida, quien a partir de este momento comienza una nueva vida llena de ilusiones y sueños. Se trata de un ser excepcional en todo el sentido de la palabra, con cualidades tan especiales que doy gracias a la vida por haber tenido la oportunidad de conocer y compartir mi existencia por mucho tiempo. Alguien a quien le debo un infinito agradecimiento, por su apoyo incondicional, afecto sin límite y sobre todo mucha paciencia.

Soy creyente que todo aquello que tenemos es producto de nuestras propias acciones, y una persona de tales cualidades humanas sólo puede esperar lo mejor como contraprestación a ello.

Sólo puedo rogar por que camine por el sendero de la virtud, lejos del apego egoísta, de la mano de la verdad, la aceptación y la compasión. De esa manera seguirá cosechando venturas y su naciente hogar estará indiscutiblemente lleno de alegría.

Este es mi pequeño pero sincero homenaje a Julia, para quien deseo éxito y felicidad en esta nueva etapa de su vida, que su roca se quede para siempre en la cúspide, el lugar donde siempre ha debido estar.

Como es mi costumbre en el blog, dejo una canción muy especial para mí, y la de hoy sí que lo es. En esta oportunidad se trata de un tema de Silvio Rodríguez titulado "Pequeña serenata diurna" del álbum "Días y flores". Pienso que cada vez que llegamos a una meta debemos mirar a qué precio se ha logrado, y si es un "sueño" pensar en "los muertos de nuestra felicidad", aquellos que se han quedado atrás en el camino, por lo general olvidados. A estos muertos, dedico este tema el día de hoy.





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sábado, 1 de agosto de 2009

Te deseo...

Sin palabras...

Te deseo...

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro

Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
frente a ti y digas: "Esto es mío".
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus afectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.

Victor Hugo Sérgio Jockymann



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