Sobre qué?... cualquier cosa, música, filosofía, poesía, y lo que sea que se nos venga a la cabeza.

viernes, 26 de marzo de 2010

Los Heraldos Negros

Para la entrada del día de hoy, he reservado algo especial -desde mi punto de vista, claro- tanto en poesía como en música.

Como mencioné hace algunos días, quiero dejar algunos trabajos presentados por Cesar Vallejo, a quien introduje con uno de sus poemas más representativos, tal vez por lo álgido del tema abordado, algo llamado "Espergesia". Hoy quiero presentar un poema intitulado "Los Heraldos Negros", que da el nombre al libro en cual fue publicado.

Los Heraldos son mensajeros, por eso la frase clave: "Los heraldos negros que nos manda la muerte", tiene especial relevancia en el texto. Supongo que todos hemos sentido este mensaje en algún momento de nuestras vidas.

Dentro de la mitología etrusca (un grupo humano que se supone habitó al norte de Italia) existe una deidad llamada "Vanth". Esta deidad, estaba clasificada como una de las pertenecientes al infra-mundo, cuyo papel en algunos casos estaba relacionado con portar presagios o mensajes alrededor de la muerte, una especie de anunciación, y en otros servir de guía, dotada de bondad, adornada con una antorcha con el objetivo de iluminar el camino oscuro y desconocido de aquellos que descienden al submundo; este tipo de deidades son conocidas comúnmente como "psicopompo". Su representación incluye alas, colaborando en la conformación del concepto de "ángel" introducido en culturas y religiones modernas. En muchas culturas, diferentes personajes han cumplido la labor del psicopompo, por ejemplo el jaguar en los mayas, Anubis para los egipcios, Cerbero, e incluso seres aún vivos como los chamanes entre algunos grupos indígenas.

Con esto sólo deseaba hacer una pequeña introducción al papel que han jugado los "heraldos negros" a lo largo de la historia y visión metafísica de la humanidad. Cada cultura ha sentido su necesidad y por tanto les ha incluido en sus mitos. Para nosotros claro, existen versiones equivalentes, pero es algo que dejo al escrutinio personal de cada quien. Aquí Vallejo los invoca, personificados en sus grises momentos.

El poema es excelente, cargado de energía y emoción como ya describí antes. No tengo mucho más que agregar al respecto.

Los heraldos negros.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!

Cesar Vallejo.


Ahora, como dije al comienzo la canción de hoy también es especial, y está relacionada con el tema. Es una canción que al igual que un tema que dejé en un antiguo post del blog me transporta a una época pasada de mi vida, a la altura de 1993, cuando la vida empezaba a perfilarse tal y como sería el resto de ella. Se trata de algo llamado "Seres de la noche", la hace la banda colombiana Estados Alterados, quienes de algún modo marcaron una época musical. En lo personal me trae grandes recuerdos y me encanta, espero alguien aún la disfrute como yo. Quisiera dedicarla a aquellos que formaron parte de esa extraña época de presagios, incluso a mis propios heraldos negros.

Seres de la noche (Estados Alterados)


Pdta: Estos post salen como notas en el facebook, el post original se encuentra aquí.

martes, 16 de marzo de 2010

Sobre fracasos y trapecistas kafkianos...

Hace algunas semanas escuché una canción que me llamó sumamente la atención, inicialmente por su ritmo y después de investigar un poco por la frialdad, un poco de crueldad pero al fin la realidad relatada entre sus letras, así que pensé en algún momento escribir una entrada al respecto, ésta lleva por nombre "Failure". Por otro lado, en medio de un par de lecturas, me he encontrado con una historia corta de uno de los grandes representantes de la literatura mundial, el señor Franz Kafka (1883-1924). Básicamente su trabajo es considerado como ciencia ficción, sin embargo sus personajes guardan características tan particulares y extrañamente elaboradas, que se ha acuñado el término "kafkiano" para describir cierto tipo de entornos y situaciones.

El cuento lleva por nombre "Un artista del trapecio", el cual se encuentra enfocado en la vida de un hombre de circo quien es el encargado del espectáculo del trapecio. Este hombre llevaba un particular modo de vida, pues no bajaba de las alturas de su trapecio ni siquiera a cumplir con actividades básicas de la vida humana.

"...había organizado su vida de manera tal —primero por un afán de perfección profesional y luego por costumbre, una costumbre que se había vuelto tiránica— que mientras trabajaba en la misma empresa, permanecía día y noche en su trapecio..."

Definitivamente el afán de éste hombre por la perfección de su arte le había llevado a un extremo inimaginable para vivir. Mientras leía esta historia pensaba en la cantidad de empresas que he comenzado a lo largo de mi vida, y de igual modo de quienes me han rodeado a lo largo de ellas. En un sin numero de oportunidades, se podría decir que llegamos a extremos dignos de un relato de Dante sólo por el miedo a fracasar en alguna de estas empresas.

Los motivos por los cuales tememos de tal manera a los fracasos pueden ser variados. Por un lado pienso, que la carga de imposiciones socio culturales impide que por la más pequeña arista se filtren fallas y realidades, que por demás sabemos, son inherentes al desempeño humano. Somos artistas de lo perfecto, actuamos en una obra en donde no hay espacio a una falla en el guión, so pena de un deshonroso aislamiento, escrutinio, o juicio social. Hay una cantidad abrumadora de parámetros que deben ser satisfechos, momentos, edades y estadios en la vida donde se debe o no hacer cierta acción. Está escrito en qué escalafón en nuestras profesiones debemos estar ubicados, qué nivel económico debemos tener, incluso el momento en que se debe contar con una pareja, y cuándo ser padres. Si alguno de estos parámetros se rompe, no se cumple, se sobreviene sin conmiseración alguna el terrible y temido anatema social. Kafka escribe

"...Esta manera de vivir del trapecista no creaba demasiado problema a quienes lo rodeaban. Su permanencia arriba sólo resultaba un poco molesta mientras se desarrollaban los demás números...Pero los directores se lo perdonaban, porque era un artista extraordinario, insustituible. Por otra parte, se sabía que él no vivía así por simple capricho y que sólo viviendo así podía mantenerse siempre entrenado y conservar la extrema perfección de su arte..."

Es decir, mientras sigamos el patrón de perfección, una vida intachable y siendo un poco irónico, de "buenas costumbres" tendremos garantizado el éxito social.

Por otra parte se encuentran nuestros propios deseos. No es extraño para nadie, que la fuerza que motiva a un ser a seguir cierto camino puede no estar más allá de su propia voluntad, de su propio afán de enaltecer su propio ego. Un monstruo voraz y definitivamente insaciable que lo consume todo de un ser, hasta llevarlo a lo más extremo de la barbarie. Finalmente, se encuentra de nuevo la falta de educación emocional, tan inherente a nuestra cultura. El miedo al fracaso, a enfrentarlo, a ir al lecho una noche con el terror que al día siguiente no se encontrará el sol frente a nuestros ojos.

Tristemente la suma de todos estos factores nos llevan por caminos cada vez más insospechados; a la estoica resistencia de los frios vientos, a la sumisa marginalidad e incluso al siempre "bendito" y bien recibido martirio o sacrificio personal, algo por demás muy frecuente entre quienes me han rodeado. Curiosamente, estas muestras de entrega están más cargadas de vanidad y miedo que de aquello que pretenden vender. Pueden recordar el fragmento de Nietzsche titulado "El martir a las malas" que usé en una entrada anterior donde se describe de manera perfecta esta idea. Un fuerte agravante a estos elementos proviene del entorno en el cual se ha crecido, en donde podemos terminar por creer en el fracaso como un gen que se transmite en nuestra sangre, el cual se debe eliminar a cualquier precio, o peor como casos conozco, en donde la creencia en este hecho implica resignarse a lo que ofrezca la vida, sin tomar riesgo alguno en ningún proyecto.

Un ejemplo perfecto donde se conjugan estos tres factores son nuestras relaciones sentimentales. Cuando la embarcación comienza a zozobrar entran en juego el miedo a la letra escarlata sobre el pecho del culpable de la falta, porque claro, nos han enseñado que siempre hay un culpable, rara vez son dos, o ninguno y claro, el desarrollo de esa historia siempre dependerá fuertemente del género de su protagonista. Luego aparece el terror de la pérdida de nuestro anhelado objeto de deseo, aquello sin lo cual nos sentiremos vacíos y miserables, y por lo cual debemos entregar hasta el último vestigio de dignidad. Finalmente entra en escena nuestra educación emocional, la cual nos indica que no se puede fracasar, que lo que sea que haya que resistir, debe hacerse, pues ese fracaso nos perseguirá por el resto de nuestros días, y ese sufrimiento será siempre bien visto por nuestros congéneres e incluso por nuestras deidades. Así terminamos entregados a promesas y esperanzas vacías, a actos heroicos, sacrificados, y peor, en algunos casos arrastrando a otros por pura vanidad o simple miedo. Conozco casos donde el pánico producido por la pérdida de nuestro objeto produce reacciones veramente particulares y bastante negativas, formando un círculo de manipulación, ira, sumisión,... y de nuevo manipulación, ira, etc.

Volviendo a la historia de Kafka, la paz del trapecista sólo se veía perturbada cuando el circo debía trasladarse de un lugar a otro, dado que debía salir de su paraíso personal en las alturas y bajar al infierno que representaba acercarse a la imperfección de su arte.

El concepto de perder su estatus de perfección le aterraba.

En medio de uno de estos traslados el trapecista solicita que sea modificado su entorno para el espectáculo, a cambio de un trapecio exige dos, a lo cual el dueño del espectáculo, feliz como vivía siempre con su estrella, accede sin dudarlo.

"...Pero, de pronto, el trapecista rompió a llorar. Profundamente conmovido, el empresario se levantó de un salto y quiso conocer el motivo de aquel llanto...—¡Cómo es posible vivir con una sola barra en las manos! —sollozó el trapecista..."

Ya no era suficiente para el trapecista la perfección lograda en su acto, necesitaba más, y estaba nuevamente vacío.

En muchas oportunidades terminamos perdiendo de vista la dimensión de la realidad, entramos en un laberinto lleno de obstáculos y metas; perdidos entre sus muros y recompensas vivimos. Sin embargo, siempre hará falta algo, el hambre nunca será satisfecha y siempre buscaremos una segunda barra de trapecio.

Finalmente, el dueño del circo tiene una alerta, para sí mismo se cuestiona

"...Si por causas tan pequeñas se deprimía tanto, ¿desaparecerían sus tormentos? ¿No existía la posibilidad de que fueran aumentando día a día? ¿No acabarían por poner en peligro su vida?..."

Podemos perder nuestras vidas de este modo, sin siquiera darnos cuenta. Invertir los mejores o peores años (no encuentro mucha diferencia entre unos y otros) de nuestras vidas en cualquier tipo de empresa. Siempre buscando ser ganadores, por mera vanidad, ego, o simple y vulgar miedo.

Kafka pone la lápida al final de su historia, la respuesta vino de la tez de su estrella: "...Y el empresario creyó distinguir ... las primeras arrugas que comenzaban a insinuarse en la frente infantil y tersa del artista del trapecio...."

A lo largo de nuestras vidas podemos acumular tantos éxitos y/o fracasos como proyectos emprendamos, en la mía no tengo idea si serán más los sucesos que las caídas. Como regla general los primeros enceguecen en el mejor de los casos, en el peor envilecen; los segundos en cambio, tienden a aleccionar de algún modo. Tal vez allí se encuentre la importancia tanto del éxito como del fracaso, se requiere de un balance, un ser envilecido o derrotado no puede ser el ideal de un individuo libre, por muy necio que éste sea. Claro, el aprender este tipo de lecciones no garantiza nada, simplemente es un buen comienzo para cualquiera.

Como mencioné al comienzo hubo una canción que me hizo pensar en esta idea. La versión original la hace una banda llamada "Swans", aunque yo la conocí hace un par de semanas gracias a un cover hecho en un EP reciente de "My Dying Bride". En lo personal prefiero esta última versión, no agrega mucho a la original pero para mi gusto suena muy bien.

Failure



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viernes, 12 de marzo de 2010

Espergesia

En la última semana han caído en mis manos un par de libros del poeta peruano César Vallejo. La verdad, leerlos es un viaje al interior de un hombre atormentado en su vida, por demás, siempre un otoñal ocaso. Leer la poesía de Vallejo es ante todo un ejercicio desgarrador y desalentador, no es posible dejar pasar de largo tanta miseria reunida en un pequeño grupo de palabras. Sus obras destacadas, "Los Heraldos Negros" (1918) y sobre todo "Poemas humanos" (1939), donde hace uso de un lenguaje cada vez más crudo; son símbolos de una época conflictiva en su mundo original así como su mundo adoptado, es época de grandes contradicciones, de hambre, de guerra y de muerte en el viejo mundo, y es en ese contexto que cobra vida su obra, en ese tiempo y lugar en donde parece haber renunciado a toda esperanza. La obra de este hombre ha marcado un hito dentro de la poesía latinoamericana, pues su particular estilo y dialéctica, basado en el uso rústico, a veces forzado del lenguaje, que obliga al lector a ir más allá de sus palabras. En el ensayo "Vallejo y Neruda: Dos modos de influir" de Mario Benedetti (1972), éste afirma:

"...El legado de Vallejo, en cambio, llega a sus destinatarios por otras vías y moviendo quizás otros resortes... lucha (Vallejo) denodadamente con el lenguaje, y muchas veces, cuando consigue al fin someter la indómita palabra, no puede evitar que aparezcan en ésta las cicatrices del combate..."

Me gustaría dejar algunos de los poemas que más me han llamado la atención, tal vez para futuras entradas los use, sin embargo, el día de hoy sólo me quedaré con uno muy popular intitulado "Espergesia".

El término "espergesia" no tiene un significado real, oficialmente no existe dentro de nuestra lengua, y tal vez representa una de las tantas contradicciones que se encuentran en tan maravilloso escrito. Es un poema que no sólo se puede leer, tal como he dicho antes, invito a todos a mirarlo con otros ojos, soltando la cruz de las manos y sintiendo las palabras que allí yacen.

Quisiera dar la explicación que he hallado a algunos de los versos, pero prefiero no influir el modo de pensar y sentir de quienes aquí puedan encontrar un rato de esparcimiento. Espero sea de su agrado y tal vez alguien pueda dejar un comentario de lo que opina de este poema, es realmente inevitable sentirse sobrecogido.

ESPERGESIA

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.

Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

Para terminar como siempre, dejo una buena canción. El día de hoy quiero dejar algo de una fabulosa artista, representante de la lucha por la igualdad. Se trata de Nina Simone, con una excelente canción llamada "Ain't Got No...I've Got Life". Una maravillosa muestra de humanidad...que muy a pesar de todo lo que torpemente creamos, es lo único que realmente tenemos...





miércoles, 3 de marzo de 2010

El gran inquisidor...

Después de un corto ayuno en lo que a entradas respecta, el día de hoy me he dado a la labor de escribir algo para compartir aquí. El motivo principalmente se debe a que me he encontrado con una verdadera joya del señor Feodor Dostoyevsky, que me ha animado a escribir algo al respecto. Dostoyevsky fue un escritor de origen ruso, sus escritos están llenos de detalles enriquecedores (a veces excesivos) sobre sus personajes, y sobre todo, lo que ha elevado su literatura al punto que se encuentra el día de hoy: un profundo conocimiento de la psique humana, de su sicología, hasta representar una piedra angular en los orígenes del existencialismo. Bien lo diría el gran Nietzsche en su "Ocaso de los ídolos": "...Dostoyevsky, el único psicólogo, dicho sea de paso, que me ha enseñado algo. Dostoyevsky ha sido una de las mayores suertes de mi vida...", así que un poco de existencialismo aunado a un poco de iconoclastia son una mezcla que no puedo dejar pasar.

En este caso quiero comentar un poco sobre un escrito intitulado "El gran inquisidor". Aunque forma parte de la novela "Los hermanos Karamázov" e inicialmente fue presentado como un poema, su trascendencia le permitió ser publicado como una historia corta de manera individual, una obra maestra que describe a la perfección la esclavitud sicológica de los seres humanos, un tema que por demás me desvela y a ratos mortifica.

Básicamente la historia trascurre en el siglo XV en Sevilla, donde después de un gran festín de barbarie efectuado por la "santa inquisición" hace su aparición Jesucristo, cumpliendo con las profecías bíblicas, atendiendo los piadosos llamados de sus seguidores. La escena de apertura no puede ser más dicente:

"...Aparece entre las cenizas de las hogueras, donde la víspera, el cardenal gran inquisidor, en presencia del rey, los magnates, los caballeros, los altos dignatarios de la Iglesia, las más encantadoras damas de la corte, el pueblo en masa, quemó a cien herejes..."

Una verdadera muestra de autoridad y poder sobre la tierra.

En medio de los acontecimientos, hace su aparición quien será el personaje central: el cardenal gran inquisidor. Después de observar los hechos y milagros que se están sucediendo, no duda en lanzar su primer juicio, inesperadamente, al menos para mí, ordena que el recién llegado sea puesto en detención. El pueblo estaba seguro de quién se trataba este personaje, estaba observando los acontecimientos corrientes y sin embargo, obedece sin vacilación alguna. Dostoyevsky dice: "...Y es tal su poder, tal la medrosa sumisión del pueblo ante él, que la multitud se aparta, al punto, silenciosa, y los esbirros prenden a Cristo y se lo llevan. Como un solo hombre, el pueblo se inclina al paso del anciano y recibe su bendición...". Se hace evidente el corazón del máximo jerarca, y surge el primer interrogante: si esta masa está segura de la presencia del personaje frente a ella, si ha adorado, respetado y anhelado su nombre por quince siglos, cómo es posible que olvide esta idea y simplemente obedezca al inquisidor y se postre ante él?

La respuesta surge entonces de la aplicación de tres principios básicos: el “milagro”, el “misterio” y la “autoridad”, pilares fundamentales de la esclavitud mental. El inquisidor, increpa a su prisionero citando un conocido pasaje bíblico (Evangelio según Mateo 4:1-11) como herramienta para desentrañar el secreto de su funesto hallazgo. A través de la situación en donde Jesucristo se vio enfrentado a las "tentaciones por el diablo" ha logrado encontrar el camino a una compasiva dominación humana.

En primera instancia, la primera tentación implica el poder de convertir las rocas en pan, de satisfacer la necesidad básica del ser humano de ser controlado y poseído, de tener un amo. Estaba ante sí el secreto del mundo: "...El más vivo afán del hombre libre es encontrar un ser ante quien inclinarse...". Si Él hubiese aceptado su propuesta, habría sido dotado con el poder de regir el mundo, con la "autoridad" para decidir sobre el destino de tan serviles y miserables creaturas. Si se presentase ante ellos portando su pan, implícitamente habrían recibido sus cadenas. Irónicamente las cadenas impuestas a los hombres son una liberación, la llave que abre los grilletes del temible libre albedrío, de la obligación de discernir entre el bien y el mal, aquella del íncubo encarnado en la búsqueda de una razón de existir, de la libertad de la conciencia. Al final, el hombre preferiría entregarse a los brazos de la muerte, antes que a una vida sin un motivo; el problema que adviene de este hecho es que esta razón, esta responsabilidad propia es una pesada carga, que la vileza humana no quiere enfrentar, así que prefiere entregarla a otros, al azar, al dios de turno o al de sus ancestros. Esta característica fue la primera apuesta perdida por Él, la libertad ofrecida es un don sólo apreciado por una ligera minoría, el conjunto de los "Ubermensch" revelado por Zaratustra. He aquí la primera respuesta al interrogante antes formulado. El miedo que conlleva la libertad, cediendo el poder ante aquel que proporcione el pan terrestre desde lo no terreno. Es por esta razón que las sociedades humanas han creado ídolos desde el inicio de los tiempos, manchado con sangre campos sin fin, en el afán de obligar a sus vecinos a doblegarse ante su autoridad, en algunos casos por simple ignorancia, en otros como bien es conocido por todos, porque algunos han descubierto el secreto del pan. Como colofón, al mismo ritmo que caen estas sociedades surgen sus reemplazos cada cual con sus correspondientes ídolos, y así será hasta el final de nuestros vacios días.

"...Pero, en verdad, más que el pan en sí, lo que les satisfará es que nosotros se lo demos. Pues verán que, si no convertimos las piedras en partes, tampoco los panes se convierten, vuelto el hombre a nosotros, en piedras. ¡Comprenderán, al cabo, el valor de la sumisión! Y mientras no lo comprendan, padecerán..."

La segunda tentación está asociada a la necesidad de la prueba malsana. Cuando el pasaje bíblico (Mateo 4:6) "...Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos..." se está ofreciendo la posibilidad de dudar y discernir entre conceptos mentales, filosóficos, culturales, religiosos, etc. Para complementar su tragedia, este ser débil requiere, exige del "Milagro" para así dar sentido a su existencia y respuestas a sus interrogantes, pues enfrentar por sí mismo sus contradicciones, sus dolorosas dicotomías existenciales, le aterra. Al no encontrar la fuente de tal cosa, la crea, y se inclina ante ella, una vez más otorgando el poder, su libertad al hacedor de milagros, mago, vidente y cual sea su la propiedad concedida.

Por otra parte, si de esclavitud y cesiones se habla, el tratado no estaría completo sin considerar el saber. No existe mejor forma de controlar al hombre que manteniéndole al margen de la verdad, privándole de las mieles del conocimiento. Si se le priva a este frágil ser de su único camino al despertar, no le quedará más remedio que retirarse a su propia tragedia. Es allí donde aparece el último de los principios básicos de la esclavitud: "El misterio". Este conocimiento que sólo es permitido a aquel que posee el derecho intrínseco a tenerlo. Aquel que de forma piadosa y subrepticia se ha sacrificado para librar de su pesada carga a los demás. Es depositario de los profundos secretos, guardados con recelo, y sobre todo hacer uso de ellos; es capaz de definir la falta, así como su juicio, su condena y hasta su perdón. Es dueño del mito, la verdad y el engaño. Dice Dostoyevsky: "rebaño de cobardes y de miserables, gritarán a nuestros pies: -¡Sí, tenéis razón! Sólo vosotros poseéis su secreto y volvemos a vosotros! ¡Salvadnos de nosotros mismos!-"

De esta manera se cierra el círculo sobre el cual se mueve el mundo a través de los tiempos, buscando la unificación bajo una sola bandera, una única verdad, una sola espada y un único símbolo que encarna el fin de la conciencia, la libertad y la verdad, para dar paso a la "felicidad" otorgada al rebaño.

Es curioso ver como en un corto párrafo escrito hace menos de dos milenios se pudo describir tan perfectamente el corazón del hombre, anticipando lo que serían los tiempos venideros. Confieso que cada vez que alguien proclama conocer la voluntad de un dios, no me queda otra opción más que temblar.

Al finalizar, la lápida puesta por el gran inquisidor sobre el pecho de aquel en cuyo nombre había construido su imperio:

"...Lo que te digo se realizará; nuestro imperio será un hecho.
Y te repito que mañana, a una señal mía, verás a un rebaño sumiso echar leña a la hoguera donde te haré morir, por haber venido a perturbarnos. ¿Quién más digno que Tú de la hoguera? Mañana te quemaré..."

Quiero aclarar que lo que he aquí escrito así como la historia original de Dostoyevsky, como es, llena de citas y mensajes religiosas, no está principalmente focalizado o dirigido en esa dirección. Tiene como objetivo, dar una muestra de la realidad de los pueblos y sociedades, y hace una predicción, en el caso del escrito original, de muchos sucesos que acaecieron poco tiempo después de escrito, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Empero, quiero agregar que este esquema sigue rigiendo a todo nivel nuestra conducta, el desarrollo de nuestra sociedad, escala de valores morales, educación emocional, etc. La cadena de esclavitud sigue firme en su lugar.

Estoy seguro que si alguien lee este escrito, encontrará en algún modo un reflejo para sí mismo, y podrá ver dentro de sí. Tristemente, según mi experiencia de vida no hay muchas esperanzas de cambio, aunque cualquiera es un buen día para recomenzar.

Quisiera compartir finalmente una canción que me encanta. Se trata de un tema llamado "When Shadows Grow Longer" de la excelente banda alemana "Empyrium", álbum "Where At Night The Wood Grouse Plays", para terminar con el ambiente que he traido el día de hoy. Desafortunadamente hace muchos años que el proyecto parece haber finalizado, sin embargo dejaron un enorme legado que sirve de referencia para todo el género.

When Shadows Grow Longer







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