Sobre qué?... cualquier cosa, música, filosofía, poesía, y lo que sea que se nos venga a la cabeza.

martes, 17 de mayo de 2011

Poemas morales

Francisco de Quevedo, poeta barroco (1580 - 1645) fue un prominente hombre de su época, de noble cuna y prolífico a la hora de su producción literaria, representante del estilo conocido como "conceptismo". Bien, hasta aquí de historias pues este no es un blog de biografías.


Dentro de los motivos de Quevedo se encuentra una serie de poemas que se pueden clasificar como "poemas morales", una característica que puede encontrarse en otras obras de la época llamada "de oro" en España. Son estos poemas los que más me llaman la atención de Quevedo y a los que quiero dedicar esta entrada. Para ello he seleccionado dos poemas titulados "Que desengaños son la verdadera riqueza" y "Prevención para la vida y para la muerte".

Que desengaños son la verdadera riqueza

¿Cuándo seré infeliz sin mi gemido?
¿Cuándo sin el ajeno fortunado?
El desprecio me sigue desdeñado;
la invidia, en dignidad constituido.

U del bien u del mal vivo ofendido;
y es ya tan insolente mi pecado,
que, por no confesarme castigado,
acusa a Dios con llanto inadvertido.

Temo la muerte, que mi miedo afea;
amo la vida, con saber es muerte:
tan ciega noche el seso me rodea.

Si el hombre es flaco y la ambición es fuerte,
caudal que en desengaños no se emplea,
cuanto se aumenta, Caridón, se vierte.

Excelente, a mi parecer, el trato que da Quevedo a algunos males que aquejan el cotidiano hombre. La envidia, desdeño, odio permanente; son retratados en el el quejido de este hombre atormentado por su mundo ruinoso.

Prevención para la vida y para la muerte

Si no temo perder lo que poseo,
ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mí el destrozo
valdrá, cuando me elija actor o reo.

Ya su familia reformó el deseo;
no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.

Sólo ya el no querer es lo que quiero;
prendas de la alma son las prendas mías;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.

A las promesas miro como a espías;
morir al paso de la edad espero:
pues me trujeron, llévenme los días.

Este último poema pertenece a una secuencia, si se le puede llamar así, de trabajos en donde Quevedo comienza a saludar a la muerte. Rinde homenaje al tiempo que pasa, mira casi con desdén el acto de vivir que empieza a verse como el acto de morir, v.gr., "ni anhelar a la Parca su rodeo".

Es particularmente en esta serie de poemas donde el contenido moral eleva su carácter, con frases del calibre de "Sólo ya el no querer es lo que quiero", donde los afanes de la juventud se han terminado, y ya el hambre de posesión si bien no es ni será saciada, al menos empieza a sentirse menos agobiante.

Para terminar, una canción que me encanta, originalemte de Dead can Dance, más en este caso en un cover a manos de Ulver. Se trata de "In The Kingdom Of The Blind The One-eyed Are Kings", una frase que recuerdo haber escuchado miles de veces.

In The Kingdom Of The Blind The One-eyed Are Kings





PD. Sirva esta entrada para recordar que hoy se conmemoran dos años de la muerte del poeta Uruguayo Mario Benedetti.