Pasada ya la fase de augurios y deseos para algunos de mis seres queridos, retorno nuevamente a mi foso iconoclasta. El día de hoy quiero tocar un tema bastante sensible a mi juicio, dado que gracias a él vivimos o morimos, aceptamos el patíbulo o huimos de él: EL MIEDO. Ya en un post anterior mencioné este término, el que acuñé bajo la frase "interminable combustible del sufrimiento humano".
Darwin en "El Origen del hombre" describía el miedo como una sensación idéntica en el hombre que en cualquier otra especie, incluso en las inferiores
"...obra sobre ellos el terror como sobre nosotros; causa en ambos temblor en los músculos, palpitaciones en el corazón, una relajación en los esfínteres y el erizamiento de los pelos..."
Bueno, no es necesario hacer una cita a Darwin para saber que el miedo subyace en todos como un instinto natural, al igual que en cualquier animal con un mínimo de inteligencia, y actúa de la misma forma, tal como describe la observación anterior. Todos hemos sentido el pánico ante el más mínimo indicio de riezgo de nuestras vidas, o cualquier hecho que pueda afectar nuestro bienestar. Se disparan las alarmas y todo un conjunto de acciones físicas comienzan a ejecutarse dentro de cada uno.
Pero este miedo es fácil, es visceral, se siente sobre la piel y debajo de ella, ese no me interesa, no tengo duda de su existencia, ni sus objetivos ni de sus motivos, el que realmente me interesa es el otro miedo, el creado por nuestra mente. No aquel que se siente bajo la amenaza sino el surgido en respuesta a la incomodidad que implican situaciones de nuestra vida.
Hay un tipo de miedo que me genera bastante curiosidad y es aquel que ha sido impuesto por las religiones. Para aquellos que hemos crecido bajo la influencia de las religiones occidentales es natural encontrarnos con un miedo infundido o proveniente de ellas, al final, una creencia fundamentada en un concepto como el "pecado" que debe ser pagado tarde o temprano, definitivamente tiene que terminar por minar la psique de generaciones enteras. En lo personal no concibo una fe que proponga un concepto de tales características solo con el propósito de temer, basar una fe en el miedo no es realmente algo lógico, claro funciona a la perfección, pues explotar los miedos humanos es realmente sencillo.
"...se haría imposible la tranquilidad de la contemplación y la impresión de lo sublime se perdería dejando paso al miedo, en el que el afán del individuo por salvarse desbancaría cualquier otro pensamiento..."
En miedo más frecuente, aparte del instintivo claro, es algo a lo que podría llamar el "miedo social", que es aquel que impulsa a las personas a tomar o no acciones de acuerdo con la presión que ejerce su entorno sobre ellas. En realidad, el temor al rechazo social o a los designios sociales creo que definen en mayor medida la forma de actuar de las personas. Sus pequeños grupos, familiares, laborales, etc., determinan la forma de tomar decisiones, hasta el grado
de olvidar los deseos individuales, por rendirse ante los deseos del colectivo.
El señor Nietzsche describe este comportamiento en una magnífica metáfora llamada "el mártir a las malas"
"Había en un partido un hombre tan miedoso y cobarde que nunca se atrevía a contradecir a sus camaradas; éstos le utilizaban para todo y no había cosa que no consiguieran de él, pues le tenía más miedo a lo que pensaban sus camaradas que a la muerte: era un pobre de espíritu. Aunque su cobardía le hacía decir siempre "no" interiormente, sus labios decían siempre "sí"...hasta el cadalso, cuando murió por las ideas de su partido. Ello fue gracias a que tenía al lado un camarada que le dominaba con palabras y miradas, hasta el extremo que soportó la muerte con ánimo y acabó pasando a la posteridad como un mártir y como un hombre de gran carácter"
Vaya historia la que nos trae el gran Nietzsche, un hombre capaz de llevar hasta la muerte la mentira de una idea, cuando en realidad no era la suya, sólo la máscara impuesta por los demás.
Conozco muchas personas capaces de hacer eso, de renunciar a sus propias vidas por llevar siempre la máscara de las ideas ajenas. Son mártires perfectos, sufren por otros, se juzgan de una forma tan implacable que Dante se ha quedado corto al describir sus infiernos. Pero el mundo realmente desea mártires de la mentira? personalmente no lo creo. Los estimula tal vez, los ensalza, le encantan, pero no los necesita. Buenas esposas, buenos hijos, buenos amigos,... se condenan a sí mismos por satisfacer egos propios y ajenos.
Vivimos en la "sociedad del éxito" donde el fracaso está terminantemente prohibido, donde perdimos el derecho a equivocarnos, y por allí también, el derecho a corregir cualquier error. Debemos ser exitosos, tener posesiones, matrimonios "felices" familias perfectas, carreras perfectas, en resumen sin ninguna posibilidad de error. Zaratustra tiene un párrafo ideal que describe el corazón de este miedo:
"Te enojas, perro de fuego: ¡así, pues, tengo razón en lo que he dicho sobre ti! Y para seguir teniéndola, oye algo de otro perro de fuego: éste habla verdaderamente desde el corazón de la tierra.
Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: así lo quiere su corazón. ¡Qué le importan a él la ceniza y el humo y el légamo caliente! La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y los escupitajos y el retortijón de tus entrañas!
Pero el oro y la risa - los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, - el corazón de la tierra es de oro."
He allí una buena razón para el miedo social, perder su abrigo, su comodidad, sus lujos, su posición, quién en sus cabales renunciaría a una posición social privilegiada a cambio de la sublime pero etérea libertad? muy pocos, me atrevería a afirmar... por ello, el corazón del mundo es de oro.
Ahora, hay un tipo de miedo, que no conocía hasta hace muy poco, el miedo a ser felices, o al menos a intentarlo. Personas que cuando se enfrentan a la posibilidad de encontrar un camino menos tortuoso para sus vidas escogen el más difícil. Bueno, en parte porque el más difícil es el "correcto" según sus medios sociales, pero al fin una gran contradicción.
Creo que al final de la historia el único miedo que existe es el miedo al cambio, a enfrentar las situaciones nuevas, sean buenas o malas, al fracaso, al error, a estar solos, a salir de todo aquello a lo que estamos acostumbrados por muy difícil que sea. La comodidad es algo que todos buscamos, y salir de esa comodidad definitivamente nos aterra. Es extraño encontrar seres humanos que se sienten cómodos en el sufrimiento, en la autodestrucción, la desesperanza o lo que sea el círculo vicioso en que nos encontremos; aún en esas circunstancias el miedo nos invade e irremediablemente terminaremos optando por aquello que nos resulta conocido, aquello que hemos aprendido. Alguien me decía hace poco "somos lo que hemos aprendido" y si crecimos teniendo miedo, viviremos en medio de él, a menos que deseemos cambiarlo, claro.
En cierta oportunidad escribí un poema para alguien donde describía mis miedos, con la esperanza de dar a conocer algunos de mis más profundos sentimientos, creo que a un hombre se le conoce por sus miedos y por los motivos de su risa. De nuevo Nietzsche nos proporciona una idea de uno de los más grandes temores del hombre, el cual acepto que en este momento forma parte de los míos, obliga a más de una persona a ceder antes de tener enfrentarse con la realidad de un inminente nihilismo:
"El miedo profundo y suspicaz a un pesimismo incurable es lo que constriñe a milenios enteros a aferrarse con los dientes a una interpretación religiosa de la existencia: el miedo propio de aquel instinto que atisba que cabría apoderarse de la verdad demasiado prematuramente"
Como no todo puede ser malo y gracias a la necedad de Pandora, siempre debe existir una esperanza, encontré un texto que describe un tipo de miedo que quien lo ha sentido puede dar cuenta de tan maravillosa sensación, el miedo que infunde el encuentro, el temblor que produce la emoción de la pasión, del deseo. García Márquez lo introduce con magistral belleza
"...Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses..."
El final de esa historia lo dejo para quien desee saber un poco más. Quienquiera que haya leído "Cien años de soledad" recordará a que parte de la historia pertenece. Ojalá fuera el único miedo que habita dentro de un ser humano.
En fin, el miedo nos domina, determina nuestras posiciones, decisiones y futuro, un futuro que está en blanco pero algunos insisten en creer que ya está escrito a base de sus propios temores. El miedo seguirá siendo un combustible inagotable del sufrimiento, no en vano se encuentra en el medio de la rueda de la vida, alimentando los otros motores del sufrimiento. Hasta cuándo?
Sencillamente hasta que decidamos tomar las riendas de nuestras vidas, sus riesgos, y sus consecuencias. Aquellos que permiten que sus vidas decidan por ellos, definitivamente están condenados a agachar la cabeza y aceptarlo todo.
Hasta cuándo, tal vez esa pregunta se encuentre en la mayoría de las entradas de este blog, sencillamente porque la respuesta a esta pregunta siempre está allí, pero desafortunadamente siempre tiene que permanecer abierta, hasta que todos la cerremos por completo.
El poema que presento a continuación, lo envié en cierta oportunidad a alguien cuya constante en la vida ha sido el miedo. Miedo al fracaso, a la soledad y muy particularmente a la felicidad. Creo que no hay mejor forma de resumir lo dicho en este post.
Miedo a la vida
Tengo miedo, Señor, pero no de la noche,
tampoco de la sombra, menos de la tiniebla;
es miedo de la aurora —refulgente derroche—
como miedo del mundo, cuando el mundo se puebla.
Tengo miedo, Señor, no por valerme sola
ni por triste aislamiento o apartado retiro,
tengo miedo a la gente, a la imponente ola,
el vaivén de los seres en asfixiante giro.
Tengo miedo, Señor, de enfrentarme a la vida
con tantas exigencias, compromisos, deberes;
de no cumplir Contigo, no ser agradecida,
dejándome llevar de errados procederes.
Y temiendo en el día naturales contiendas,
te ruego: oye mi voz para que me defiendas.
Marilina Rébora
Bien, como siempre algo de música para alimentar corazones. En esta oportunidad traigo un tema de Tiziano Ferro, un artista italiano con un tema llamado "el miedo no existe", un tema maravilloso que como casi siempre dedico a aquellos que ven al miedo como el motor de sus vidas. La versión en italiano (La Paura Non Esiste) es excelente, para quien desee escucharla, en verdad la recomiendo (se encuentra en la radio del blog).
El miedo no existe
Dice:
"y cuando nada y cuando nadie ya te ofende
es el momento en el que verdaderamente
eres tú por lo que eres
y mirándote te quieres..."
Para completar esta entrada otra canción que me encanta, la hacen los "Héroes del silecio". Una buena pieza en donde se describe la realidad humana, las decisiones las tomamos NOSOTROS, nadie más.
Oración
Pierdo el tiempo pensando en lo esencial
que a veces dejo pasar.
¡Cuántos instantes he ignorado ya
capaces de haberme cambiado!
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.
Siempre hay una disyuntiva
ante la cual siempre hay que elegir,
no queda otra alternativa
rápidamente hay que decidir.
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir ...
Otra... una bien romántica
Pdta: Estos post salen como notas en el facebook, el post original se encuentra aquí.
Darwin en "El Origen del hombre" describía el miedo como una sensación idéntica en el hombre que en cualquier otra especie, incluso en las inferiores
"...obra sobre ellos el terror como sobre nosotros; causa en ambos temblor en los músculos, palpitaciones en el corazón, una relajación en los esfínteres y el erizamiento de los pelos..."
Bueno, no es necesario hacer una cita a Darwin para saber que el miedo subyace en todos como un instinto natural, al igual que en cualquier animal con un mínimo de inteligencia, y actúa de la misma forma, tal como describe la observación anterior. Todos hemos sentido el pánico ante el más mínimo indicio de riezgo de nuestras vidas, o cualquier hecho que pueda afectar nuestro bienestar. Se disparan las alarmas y todo un conjunto de acciones físicas comienzan a ejecutarse dentro de cada uno.
Pero este miedo es fácil, es visceral, se siente sobre la piel y debajo de ella, ese no me interesa, no tengo duda de su existencia, ni sus objetivos ni de sus motivos, el que realmente me interesa es el otro miedo, el creado por nuestra mente. No aquel que se siente bajo la amenaza sino el surgido en respuesta a la incomodidad que implican situaciones de nuestra vida.
Hay un tipo de miedo que me genera bastante curiosidad y es aquel que ha sido impuesto por las religiones. Para aquellos que hemos crecido bajo la influencia de las religiones occidentales es natural encontrarnos con un miedo infundido o proveniente de ellas, al final, una creencia fundamentada en un concepto como el "pecado" que debe ser pagado tarde o temprano, definitivamente tiene que terminar por minar la psique de generaciones enteras. En lo personal no concibo una fe que proponga un concepto de tales características solo con el propósito de temer, basar una fe en el miedo no es realmente algo lógico, claro funciona a la perfección, pues explotar los miedos humanos es realmente sencillo.
"...se haría imposible la tranquilidad de la contemplación y la impresión de lo sublime se perdería dejando paso al miedo, en el que el afán del individuo por salvarse desbancaría cualquier otro pensamiento..."
En miedo más frecuente, aparte del instintivo claro, es algo a lo que podría llamar el "miedo social", que es aquel que impulsa a las personas a tomar o no acciones de acuerdo con la presión que ejerce su entorno sobre ellas. En realidad, el temor al rechazo social o a los designios sociales creo que definen en mayor medida la forma de actuar de las personas. Sus pequeños grupos, familiares, laborales, etc., determinan la forma de tomar decisiones, hasta el grado
de olvidar los deseos individuales, por rendirse ante los deseos del colectivo.
El señor Nietzsche describe este comportamiento en una magnífica metáfora llamada "el mártir a las malas"
"Había en un partido un hombre tan miedoso y cobarde que nunca se atrevía a contradecir a sus camaradas; éstos le utilizaban para todo y no había cosa que no consiguieran de él, pues le tenía más miedo a lo que pensaban sus camaradas que a la muerte: era un pobre de espíritu. Aunque su cobardía le hacía decir siempre "no" interiormente, sus labios decían siempre "sí"...hasta el cadalso, cuando murió por las ideas de su partido. Ello fue gracias a que tenía al lado un camarada que le dominaba con palabras y miradas, hasta el extremo que soportó la muerte con ánimo y acabó pasando a la posteridad como un mártir y como un hombre de gran carácter"
Vaya historia la que nos trae el gran Nietzsche, un hombre capaz de llevar hasta la muerte la mentira de una idea, cuando en realidad no era la suya, sólo la máscara impuesta por los demás.
Conozco muchas personas capaces de hacer eso, de renunciar a sus propias vidas por llevar siempre la máscara de las ideas ajenas. Son mártires perfectos, sufren por otros, se juzgan de una forma tan implacable que Dante se ha quedado corto al describir sus infiernos. Pero el mundo realmente desea mártires de la mentira? personalmente no lo creo. Los estimula tal vez, los ensalza, le encantan, pero no los necesita. Buenas esposas, buenos hijos, buenos amigos,... se condenan a sí mismos por satisfacer egos propios y ajenos.
Vivimos en la "sociedad del éxito" donde el fracaso está terminantemente prohibido, donde perdimos el derecho a equivocarnos, y por allí también, el derecho a corregir cualquier error. Debemos ser exitosos, tener posesiones, matrimonios "felices" familias perfectas, carreras perfectas, en resumen sin ninguna posibilidad de error. Zaratustra tiene un párrafo ideal que describe el corazón de este miedo:
"Te enojas, perro de fuego: ¡así, pues, tengo razón en lo que he dicho sobre ti! Y para seguir teniéndola, oye algo de otro perro de fuego: éste habla verdaderamente desde el corazón de la tierra.
Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: así lo quiere su corazón. ¡Qué le importan a él la ceniza y el humo y el légamo caliente! La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y los escupitajos y el retortijón de tus entrañas!
Pero el oro y la risa - los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, - el corazón de la tierra es de oro."
He allí una buena razón para el miedo social, perder su abrigo, su comodidad, sus lujos, su posición, quién en sus cabales renunciaría a una posición social privilegiada a cambio de la sublime pero etérea libertad? muy pocos, me atrevería a afirmar... por ello, el corazón del mundo es de oro.
Ahora, hay un tipo de miedo, que no conocía hasta hace muy poco, el miedo a ser felices, o al menos a intentarlo. Personas que cuando se enfrentan a la posibilidad de encontrar un camino menos tortuoso para sus vidas escogen el más difícil. Bueno, en parte porque el más difícil es el "correcto" según sus medios sociales, pero al fin una gran contradicción.
Creo que al final de la historia el único miedo que existe es el miedo al cambio, a enfrentar las situaciones nuevas, sean buenas o malas, al fracaso, al error, a estar solos, a salir de todo aquello a lo que estamos acostumbrados por muy difícil que sea. La comodidad es algo que todos buscamos, y salir de esa comodidad definitivamente nos aterra. Es extraño encontrar seres humanos que se sienten cómodos en el sufrimiento, en la autodestrucción, la desesperanza o lo que sea el círculo vicioso en que nos encontremos; aún en esas circunstancias el miedo nos invade e irremediablemente terminaremos optando por aquello que nos resulta conocido, aquello que hemos aprendido. Alguien me decía hace poco "somos lo que hemos aprendido" y si crecimos teniendo miedo, viviremos en medio de él, a menos que deseemos cambiarlo, claro.
En cierta oportunidad escribí un poema para alguien donde describía mis miedos, con la esperanza de dar a conocer algunos de mis más profundos sentimientos, creo que a un hombre se le conoce por sus miedos y por los motivos de su risa. De nuevo Nietzsche nos proporciona una idea de uno de los más grandes temores del hombre, el cual acepto que en este momento forma parte de los míos, obliga a más de una persona a ceder antes de tener enfrentarse con la realidad de un inminente nihilismo:
"El miedo profundo y suspicaz a un pesimismo incurable es lo que constriñe a milenios enteros a aferrarse con los dientes a una interpretación religiosa de la existencia: el miedo propio de aquel instinto que atisba que cabría apoderarse de la verdad demasiado prematuramente"
Como no todo puede ser malo y gracias a la necedad de Pandora, siempre debe existir una esperanza, encontré un texto que describe un tipo de miedo que quien lo ha sentido puede dar cuenta de tan maravillosa sensación, el miedo que infunde el encuentro, el temblor que produce la emoción de la pasión, del deseo. García Márquez lo introduce con magistral belleza
"...Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses..."
El final de esa historia lo dejo para quien desee saber un poco más. Quienquiera que haya leído "Cien años de soledad" recordará a que parte de la historia pertenece. Ojalá fuera el único miedo que habita dentro de un ser humano.
En fin, el miedo nos domina, determina nuestras posiciones, decisiones y futuro, un futuro que está en blanco pero algunos insisten en creer que ya está escrito a base de sus propios temores. El miedo seguirá siendo un combustible inagotable del sufrimiento, no en vano se encuentra en el medio de la rueda de la vida, alimentando los otros motores del sufrimiento. Hasta cuándo?
Sencillamente hasta que decidamos tomar las riendas de nuestras vidas, sus riesgos, y sus consecuencias. Aquellos que permiten que sus vidas decidan por ellos, definitivamente están condenados a agachar la cabeza y aceptarlo todo.
Hasta cuándo, tal vez esa pregunta se encuentre en la mayoría de las entradas de este blog, sencillamente porque la respuesta a esta pregunta siempre está allí, pero desafortunadamente siempre tiene que permanecer abierta, hasta que todos la cerremos por completo.
El poema que presento a continuación, lo envié en cierta oportunidad a alguien cuya constante en la vida ha sido el miedo. Miedo al fracaso, a la soledad y muy particularmente a la felicidad. Creo que no hay mejor forma de resumir lo dicho en este post.
Miedo a la vida
Tengo miedo, Señor, pero no de la noche,
tampoco de la sombra, menos de la tiniebla;
es miedo de la aurora —refulgente derroche—
como miedo del mundo, cuando el mundo se puebla.
Tengo miedo, Señor, no por valerme sola
ni por triste aislamiento o apartado retiro,
tengo miedo a la gente, a la imponente ola,
el vaivén de los seres en asfixiante giro.
Tengo miedo, Señor, de enfrentarme a la vida
con tantas exigencias, compromisos, deberes;
de no cumplir Contigo, no ser agradecida,
dejándome llevar de errados procederes.
Y temiendo en el día naturales contiendas,
te ruego: oye mi voz para que me defiendas.
Marilina Rébora
Bien, como siempre algo de música para alimentar corazones. En esta oportunidad traigo un tema de Tiziano Ferro, un artista italiano con un tema llamado "el miedo no existe", un tema maravilloso que como casi siempre dedico a aquellos que ven al miedo como el motor de sus vidas. La versión en italiano (La Paura Non Esiste) es excelente, para quien desee escucharla, en verdad la recomiendo (se encuentra en la radio del blog).
El miedo no existe
Dice:
"y cuando nada y cuando nadie ya te ofende
es el momento en el que verdaderamente
eres tú por lo que eres
y mirándote te quieres..."
Para completar esta entrada otra canción que me encanta, la hacen los "Héroes del silecio". Una buena pieza en donde se describe la realidad humana, las decisiones las tomamos NOSOTROS, nadie más.
Oración
Pierdo el tiempo pensando en lo esencial
que a veces dejo pasar.
¡Cuántos instantes he ignorado ya
capaces de haberme cambiado!
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.
Siempre hay una disyuntiva
ante la cual siempre hay que elegir,
no queda otra alternativa
rápidamente hay que decidir.
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir.
Y no hay oración
capaz de decidir por mí.
¡Oh, señor!, no queda otra opción
y jamás me vuelvo a arrepentir ...
Otra... una bien romántica
Pdta: Estos post salen como notas en el facebook, el post original se encuentra aquí.
El miedo será siempre la dominación en la mente del hombre, sea cual sea su posición, siempre hay algo que nos determina a lo largo de la vida y es algo inevitable, que puede ser un cambio para bien o no, de todas formas el miedo nos hace más humanos.
ResponderEliminarCarolina
Bravo Caro tocaste un punto demasiado importante, dices:
ResponderEliminar"el miedo nos hace más humanos", pero, qué es ser humanos?
Para nadie es un secreto que la barrera entre lo humano y no no está definida, todos sabemos que somos capaces de lo sublime a lo atroz, y los dos extremos son parte de la misma entidad humana. Por ello siempre dudo cuando alguien me dice que algo nos hace "más humanos" sencillamente porque nunca me dicen a que extremo nos acerca. A cuál humano?
Buena pregunta, aun que es un tanto complejo resolverla...
ResponderEliminarCaro