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jueves, 1 de agosto de 2013

Aquí (Tutaj)

Ya entrado en años, después de transcurrir un largo camino buscando mejorar su estilo, Jorge Luis Borges pregonó con insistencia lo que había logrado decantar luego de su experiencia produciendo literatura: desprenderse de los excesos. Llegó incluso a tildar gran parte de su obra como “excesivamente Barroca”, plena de artilugios y adornos innecesarios. Por otra parte, Wisława Szymborska representa el ejemplo perfecto para lo que Borges defendió con vehemencia, un modo de escribir sencillo, de temas y palabras simples y claras, que pueden encontrarse en boca de cualquier persona, en cualquier momento y lugar.

El día de hoy quiero compartir uno de mis poemas favoritos de Szymborska. Contrario a las entradas anteriores que estuvieron dedicadas a algunas manifestaciones de la esperanza que habita en los hombres, la de hoy está dedicada a la simplicidad del mundo y por qué no decirlo abiertamente, de la vida misma.

El poema tiene por nombre “Aquí”, o al menos en su versión castellana, pues la literatura de Szymborska fue escrita originalmente en Polaco. Siempre que lo leo me hace recordar a una persona, tal vez por ese motivo hoy me tomo el tiempo de sentarme a reflexionar un poco sobre él y sobre las impresiones que me deja.

Nuestro mundo es el producto de miles de millones de años marcados por ciclos que han ido del caos de la formación, a periodos de tranquilidad y orden, que son nuevamente reemplazados por destrucción y nuevamente caos; de cambios lentos, o algunas veces no tanto, que al final nos han llevado al punto en que nos encontramos. Estos cambios han logrado producir esta criatura caprichosa y necia, que cuenta con la particular capacidad de tener auto-conciencia, lo que le ha servido para ponerse encima de cualquier otro ser con quien tenga la mala fortuna de compartir este vecindario. Su auto-conciencia le ha permitido desarrollar medios de comunicación complejos, el arte en sus distintas formas, la literatura; las religiones con sus respectivos dioses, acordes a las necesidades de cada grupo y época y, cómo no, de causar todo el sufrimiento a todo y a todos por el motivo que corresponda a la situación.

En este lugar dice Szymborska “hay bastante de todo\ Aquí se fabrican sillas y tristezas,\ tijeras, violines, ternura, transistores...”,  vida y muerte, todo bailando al mismo tono que marca el tiempo como referencia y que claro, no se detiene un solo instante. Creo, y espero no equivocarme al afirmar tal cosa, que sencillamente no falta nada.

Hace mucho sostengo, que si bien la belleza del mundo no proviene de los hombres, también debo ser lo suficientemente honesto para aclarar que tal belleza está viciada por mis propios ojos, por mi propia vanidad, mis propios odios y mis propios amores. Tengo que admitir, aunque advierto que estoy abusando fuertemente del lenguaje, que en este mundo hay tantas cosas bellas como ojos que las observan, simple y llanamente tantas como realidades percibidas, tantas y ya sabemos que no hay ninguna realmente. Szymborska escribe: “puede que en otro sitio haya lugares así,\ aunque nadie los encuentra bonitos...”. Me resulta asombroso, por decir lo menos, cómo dos sencillos versos pueden condensar toda una idea que puede hacerse tan compleja y extensa como se desee.

En este lugar hemos construido nuestro propio y particular grupo social. Una de nuestras tristes ironías es el hecho de sentirnos entidades únicas, autónomas e independientes; cuando al final del día no somos más que apéndices de nuestra suerte de grifo, uno por demás hecho a nuestra medida, moldeado con nuestros miedos, frustraciones y ambiciones. Cada tanto introducimos algunos cambios para ajustarnos a los imprevistos, a aquellos detalles que se salen de nuestro control y al final terminamos disfrazando todo para retornar a nuestro lugar común lleno de comodidad.

¡Ah! Y como si fuera poco, ese cristal a través del cual miran nuestros ojos está hecho precisamente de ignorancia, el último de los venenos que recorrerá esta tierra. Esa ignorancia es la que nos da la capacidad única y casi sagrada de juzgar, de comparar, de definir el bien y el mal, de discernir quién, qué, o cuándo pertenece a un bando o al otro. Escribe Szymborska “la ignorancia tiene aquí mucho trabajo,\ todo el tiempo cuenta, compara, mide…”.

La ignorancia traza planes, estima, proyecta, fabrica carreteras que nadie sabe a dónde llevan, cuando en realidad no tiene la más mínima importancia, al final somos polvo al viento que se levanta con la más leve brisa de cualesquiera de los elementos que tenga a bien perturbar nuestra anhelada calma.

Para mí, este poema tiene una particularidad adicional, mi estrofa favorita, tal vez la que me resulta más emotiva, es irónicamente aquella con la cual no me siento cómodo, podría decir que objeto seriamente lo allí escrito. En efecto creo, como dice Szymborska, que “la vida en la tierra sale bastante barata”, más por los sueños se paga un precio tan alto que nunca será suficiente, y cuanto más lejos se esté de ellos, mejor, de las ilusiones es mejor no hablar.

Sin embargo, pues no quiero dejar un mal sabor de boca, como dice aquí Szymborska, la mesa está allí dispuesta con el papel donde debe estar, con el aire fresco entrando por las ventanas constantemente, y con los muros aún en pie. Como afirmó la misma Szymborska en una entrevista:

 “El mundo es cruel, pero merece también otros calificativos más compasivos”.


Aquí

No sé cómo será en otras partes,
pero aquí en la Tierra hay bastante de todo.
Aquí se fabrican sillas y tristezas,
tijeras, violines, ternura, transistores,
diques, bromas, tazas.

Puede que en otro sitio haya más de todo,
pero por algún motivo no hay pinturas,
cinescopios, empanadillas, pañuelos para las lagrimas.

Aquí hay un sinfín de lugares con sus alrededores.
Algunos te pueden gustar especialmente,
puedes llamarlos a tu manera,
y librarlos del mal.

Puede que en otro sitio haya lugares así,
aunque nadie los encuentra bonitos.


Quizá como en ningún sitio, o en pocos sitios,
aquí tengas un torso separado
y con él los instrumentos necesarios
para añadir los propios a los niños de otros.
Y además brazos, piernas y una cabeza sorprendida.

La ignorancia tiene aquí mucho trabajo,
todo el tiempo cuenta, compara, mide,
saca de ello conclusiones y raíces cuadradas.

Ya, ya sé lo que estás pensando.
Aquí no hay nada duradero,
porque desde siempre hasta siempre está en manos de los elementos.

Pero date cuenta: los elementos se cansan rápido
y a veces tienen que descansar mucho
antes de comenzar otra vez.

Y sé qué más estás pensando.
Guerras, guerras, guerras.
Pero incluso entre las guerras a veces hay pausas.
¡Firmes! -la gente es mala.
Descansen -la gente es buena.
A la voz de firmes se produce devastación.
A la voz de descansen se construyen casas sin descanso
y rápidamente se habitan.

La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo se paga con el cuerpo.

Y por si eso fuera poco,
giras sin billete en un carrusel de planetas,
y junto a éste, de gorra, en un torbellino de galaxias,
en unos tiempos tan vertiginosos
que nada aquí en la Tierra llega ni siquiera a moverse.

Porque mira bien:
la mesa está donde estaba,
en la mesa una carta, colocada como estaba,
a través de la ventana un soplo solamente de aire,
y en las paredes ninguna terrorífica fisura
por la que el viento te lleve a ninguna parte.


Wislawa Szymborska.

Para terminar una canción que en verdad me encanta y por diversos motivos la encuentro muy relacionada con el post de hoy. Se trata de Ulver del álbum "Shadows of the Sun" con "All the Love".

All The Love - Ulver

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